Claves agronómicas e importancia de los cultivos emergentes en España

En la actualidad, hay una serie de cultivos emergentes en España, entre los que destacan, por su evolución ascendente en la superficie de cultivo y su comportamiento en los mercados, la pitaya, la higuera, la trufa y el cáñamo. Para cultivarlos con éxito, el agricultor debe tener en cuenta cuáles son sus principales condicionantes climáticas y claves agronómicas.

La pitaya, también conocida como pitahaya o fruta del dragón, es un cultivo muy interesante para el agricultor que busca alternativas de alto valor, debido a que está arrojando buenas cotizaciones en el mercado, al considerarse un fruto exótico y de escaso volumen ofertado. Es idóneo para climas templados, con temperaturas que oscilan entre los 10 y los 35 ºC, que requiere muchas horas de luz y necesita poca agua, lo que le otorga una gran ventaja ante la actual situación de escasez recursos hídricos y sequía.

El sistema de riego óptimo para cultivar pitaya es el goteo, mientras que el tipo de suelo requerido debe ser fértil y con un buen drenaje. En la actualidad, España cultiva unas 20 ha de pitaya.

La higuera es un cultivo alternativo para determinadas zonas donde no es viable la implantación de otras especies de regadío o con mayores necesidades hídricas. Es un cultivo típico de climas mediterráneos, cálidos y secos, con una gran tolerancia a temperaturas relativamente extremas, tanto altas como bajas. Además, se desarrolla en una gran variedad de suelos, tanto arenosos como pedregosos, aunque el suelo óptimo para su cultivo debe ser ligero, disponer de un buen drenaje y tener un pH tendente a ser alcalino, al beneficiarle un alto contenido en calcio.

El cultivo de higuera requiere pocas necesidades hídricas, al ser un árbol muy resistente a la sequía, pero estas deben ser constantes y más intensas en las épocas calurosas, evitando los encharcamientos para prevenir la aparición de podredumbre en las raíces de la planta. En España se cultiva algo más de 22.000 ha de higuera.

La trufa arroja excelentes cotizaciones en el mercado, por lo que su cultivo representa una gran oportunidad y cuenta con un enorme potencial de crecimiento, principalmente, para la exportación. España es el mayor productor de trufa del mundo, con algo más de 14.000 ha. Para su cultivo, se requiere un clima con inviernos muy fríos, veranos calurosos y frecuentes lluvias. El tipo de suelo óptimo para el desarrollo de la trufa suele ser calizo, con terrenos aireados, ligeramente alcalinos, con un pH entre 7,5 y 8,5, y baja materia orgánica.

El cultivo de trufa requiere importantes cantidades de agua, estimadas en unos 350 m3 ha-1 cada 15-20 días. El sistema de riego más recomendado para su cultivo es la aspersión y la microaspersión.

El cáñamo se cultiva, principalmente, con fines medicinales y, en los últimos años, ha experimentado un incremento en su superficie debido a los cambios normativos favorables que están experimentando numerosos países respecto a sus aplicaciones, lo que se traduce en buenas cotizaciones y un gran potencial de crecimiento. La superficie dedicada a cultivar cáñamo en España se ha multiplicado por 8 desde 2016, superando ya las 500 ha.

La planta de cáñamo no requiere demasiados aportes nutricionales, aunque es importante mantener un buen nivel de hidratación, aportándole agua en la siembra y, posteriormente, una media de entre 1.500 y 3.000 m3 ha-1 cada dos semanas.

El clima de España es idóneo para cultivar cáñamo debido a las horas de luz de nuestro país y a que necesita menos fertilizantes, agua y productos fitosanitarios que otros cultivos. Se desarrolla de forma óptima en una horquilla de entre 17 y 25 ºC diurnos y más de 12 ºC nocturnos, con unas necesidades hídricas de entre 1.500 y 3.000 m3 ha-1, tras la siembra, cada dos semanas, para lo que se recomienda el uso de goteo.

El mejor suelo para cultivar cáñamo debe ser profundo y no muy compacto para facilitar el desarrollo de la raíz principal y secundarias, con un pH de entre 6 y 7, con una adecuada cantidad de materia orgánica.

Autores: M. Martín Arroyo, M. Pérez Ortolá, S. Pulido Leboeuf

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