Para producir alimentos hace falta agua, energía, nutrientes y ¿bits?

Hace ya tiempo que la imagen tradicional del agricultor mirando al cielo con inquietud ha sido sustituida por el que mira las pantallas con la información clave para apoyar su toma de decisiones. La teledetección satelital, los sensores de calidad del agua, de humedad y  sales en el suelo, los pronósticos de disponibilidad de recursos y meteorológicos son valiosas fuentes de información que, bien ordenada, evaluada y aprovechada, puede servir para anticiparse y adaptarse a los continuos y repentinos cambios de circunstancias a los que se enfrenta cualquier explotación agraria, comunidad de regantes o de usuarios de agua.

Son varios los artículos de este blog que demuestran el impacto que tienen sobre la productividad y rentabilidad de las explotaciones técnicas como la bioestimulación, o la fertirrigación. Es decir, una explotación necesita la aplicación de agua, energía (la primera, la del sol), fertilizantes y, por último, veremos que también necesita datos.

Los datos permitirán diagnosticar la situación actual, analizar los precedentes y apoyar la toma de decisiones, mediante recomendaciones acerca de las alternativas que puedan adoptarse. Pero también tendrán un papel esencial en la transparencia y rendición de cuentas que permitan asegurar una sostenibilidad que podríamos llamar “reputacional”, más allá de la sostenibilidad económica o de la rentabilidad. Cada día más, los empresarios de la producción agrícola se ven impelidos a demostrar con evidencias que su actividad es plenamente respetuosa con la conservación del medio natural y los ecosistemas.

Las plataformas digitales son una de las herramientas de la transformación digital del regadío, la cual puede ser descrita como un proceso con varias etapas, que aprovechará las tecnologías disponibles, como instrumentos más que como fines en sí mismas, para lograr una actividad de producción de alimentos viable, sostenible y que deja evidencias de su contribución a la protección de un medioambiente que nos pertenece y nos hace falta a toda la sociedad.

En el ejemplo de la ilustración se esquematiza una plataforma que integra diversas soluciones digitales, sensores en campo y satelitales, así como tecnologías de comunicación de datos para ofrecer a los usuarios del agua y los empresarios agrícolas la mejor información para el apoyo en sus procesos de toma de decisiones y rendición de cuentas.

Veámoslo con un poco más de detalle. En un conjunto de parcelas demostrativas, se miden diversos parámetros que describen el estado del sistema agua-suelo-planta-medio ambiente, como pueden ser:

  • Sensores de humedad en el suelo agrícola,
  • inspección con drones e imágenes satelitales de distintos rangos de frecuencia,
  • medidores de caudal y parámetros fisicoquímicos del agua aplicada,
  • consumos energéticos, de fertilizantes y otros insumos
  • disponibilidad de recursos hídricos y
  • estado cuantitativo y cualitativo de las diferentes fuentes de agua disponibles (masas de agua superficial y subterránea).

Estos datos se comunican a la nube o a servidores de sistemas SCADA mediante redes de comunicaciones (inalámbricas o no) de distintas tecnologías, como las de telefonía móvil o las de banda estrecha (NarrowBand-IoT) y se estandarizan y agregan en bases de datos hidrológicos y agronómicos.

Los historiales (antiguos y recientes) así recopilados pueden utilizarse para educar modelos de inteligencia artificial que realicen pronósticos acerca de las distintas facetas del problema, como la necesidad de agua de los cultivos en función de su estado fenológico, la disponibilidad de recursos a corto y medio plazo en función de pronósticos meteorológicos e incluso la evolución de la situación de sequía o escasez de sistemas de explotación hidrológicos completos.

De igual manera, se pueden ofrecer servicios a las comunidades de usuarios de agua y a los propios usuarios finales, como pueden ser el mantenimiento y comunicación (reporte) de los cuadernos de campo de la explotación, la monitorización y optimización de consumos energéticos, la identificación de oportunidades de aprovechamiento de energías renovables y el cálculo del impacto de las actividades y escenarios alternativos de decisión sobre el sistema en su conjunto y el estado ecológico de las masas de agua afectas a la actividad.

En suma, dado que, más allá de la rentabilidad de la explotación, el contexto normativo, ambiental y social va a requerir cada vez más aportar datos sobre el consumo de agua y de, entre otros factores, la transformación digital va a resultar un aliado decisivo para la sostenibilidad de la agricultura.

Esta sostenibilidad implica estar demostrando de forma continuada que no se provocan externalidades negativas (impactos negativos sobre el medio ambiente, como emisiones a la atmósfera o contaminación de masas de agua superficiales o subterráneas) que puedan deteriorar el bien común o poner en riesgo el futuro de la actividad. Y esto se aplicará tanto al territorio en que se realiza dicha actividad, como a otros territorios que puedan verse afectados por la misma.

Ni la sociedad ni la administración están dispuestas, y así lo han dejado claro las reacciones a recientes eventos ambientales, a que la prosperidad se limite al corto plazo ni a que la productividad de hoy se convierta en agotamiento de recursos no renovables mañana. De ahí que el futuro sea de los emprendedores que comprendan, adopten y aprovechen los potentes instrumentos que ofrece la transformación digital del regadío.

Simón Pulido. NextGenEU Agua en Alta (AGBAR)